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lunes, julio 16, 2012

Verborrea III

Comencé a escribir sin alguna idea clara de lo que el texto trataría. La verdad es que traigo enterrada en el pecho una historia desordenada, algo así como un arrastre de palabras que no sé en qué lugar comenzaron. Es una historia difusa incluyendo simetría y edad, no olvidemos la edad.
Para seguir escribiendo, necesité tantos montones de voluntad como recuerdos que no me asfixien, y por supuesto, necesité la insistente sospecha de un amor que todavía no termina.
La última vez que visité mi corazón olía a vacío. Ya ha pasado un tiempo, y, a pesar de que todo sigue como la última vez y la sangre fluye por el mismo lugar, olía a vacío, no sucio sino cansado, no nauseabundo sino usado. Olía como huele la tristeza, porque debe tener algún olor, ¿cierto?.
Debo decir que estoy aprendiendo a soportar, pero digamos que fue un aprendizaje obligatorio. Muchas veces me pregunté si valía alguna pena quizás gritarte como si te fuera a encontrar, usando toda la fuerza de mi voz, gritarte incluso hasta sentir pena por mí. Pero no, no lo hice.
Y en realidad no importa ahora cómo huele mi corazón por dentro, no importa el color o lo desteñido, no importa lo viejo que parece o lo roto que está; yo necesito un piso habitable, un órgano, un corazón, sí, está bien, roto, pero que no duela. Y eso no está ocurriendo, porque el abandono no solo duele, también desangra, enoja, y cuando ya no se llueve, entonces se es tormenta. O un verdadero desastre natural.
No recuerdo cómo iba a terminar este texto, sólo sé que cuando se revive un texto como éste, no se revive otra cosa más que las palabras, porque la danza de sentimientos está dejando de tener autonomía sobre mi piel hace ya un tiempo, cuando no supe dónde poner todo lo que no sentía por ti.


viernes, junio 15, 2012

Verborrea II


Amar siempre ha dolido, incluso las más extraordinarias tragicomedias se han actuado por amor y otros sentimientos que no sé.
Nunca he aprendido a amar o desear lo suficiente, ni imaginar lo suficiente, ni siquiera he aprendido cómo es sentir lo suficiente, o qué tanto debo buscar para saber en alguien a una persona justa, no poca, no mucha, sino justa.
He mentido y he alejado a tantas personas sin saber que en alguna de ellas tal vez se albergaba algún amor de ésta o todas nuestras vidas, o quizás aquel hombre o mujer que fueron hechos para nosotros, o con quien teníamos un destino minúsculo o tan mayúsculo que no sé.
Sólo descifro el deseo como única metamorfosis de la mentira.
Recalco mis inclinaciones hacia todo aquello que destruye y sí, sí incluye personas de carne mas no sé si con alma. No soy tan virtuosa o tan (lo que se necesite) para acertar el momento justo en el que me convierto en juego de alguien más.
Cosa curiosa ésta de pensar que nosotros éramos el peor pronombre personal, la peor rima, la peor de todas las apuestas. Éramos una especie de agonía contra toda vida, éramos una batalla contra todo tiempo, éramos como luchar sabiendo que moríamos enteros o en pedazos, pero aún así me gustaba. Él era como todos los lugares que siempre había querido visitar, era todos los sitios juntos, era algo así como todos los paraísos de la tierra atrapados en un solo hombre, solo que un poco mejor.
Dicen que una persona tarda 17 meses y 26 días en superar, olvidar y/o sacar de su vida a alguien más.
Cosa curiosa ésta de pensar que queda tanto tiempo y quizás no sea suficiente.
Cosa curiosa ésta de no haberte recordado hasta hoy, cuando caí en la cuenta de que todo el tiempo había escrito letras para ti.


Pero yo qué sé.

viernes, mayo 18, 2012

Des-vivirnos


Quiero que no me niegues mil veces, quiero que revuelvas tu mierda.
Quiero que te vuelvas un héroe, quiero que no tengas respuestas.
Quiero que desates la espera, quiero que te vuelvas certeza.
Quiero que no sigas mis pasos, quiero que me pises las huellas.
Quiero que improvises huídas, quiero que me pidas paciencia.
Quiero que resucites y mueras, quiero que me dejes entera.
Quiero que te vayas, quiero que te quedes, quiero que me duermas.
Quiero que me llores de miedo, quiero que no haya advertencias.
Quiero que me sueltes el pelo, quiero que me digas princesa.
Quiero que me toques, quiero que me arañes, quiero que me muerdas.
Quiero que me mires arqueada, quiero que prendas la hoguera.
Quiero que me beses las manos, quiero que te envuelva mi tierra.
Quiero que me arranques la vida, quiero que me extrañes las piernas.
Quiero que me lleves, quiero que me traigas, quiero que te vengas.
Quiero que me comas la boca, quiero que me odies despierta.


Quiero que me quieras como no era, que me busques donde no estaba, que me mires para no verme.
Quiero que la fuerza de tus manos vuelvan a suplicarme algo más que inquietud.
Quiero escribir, pero caí en la cuenta de que al mirar el cielo para comenzar, te grité mil veces “cobarde” sin parar; maldije las notas, los espacios, los silencios; maldije las guitarras y todos los octubres; maldije la perfección de tu voz; te maldije con acentos, con diéresis, con puntos y con todas las letras de nuestros nombres.
Quise hacer mucho, pero me quedé ahí sentada con todas las hojas de otoño y de papel, con toda la música del mundo traducida en una sola canción, con mucho miedo y un sentimiento de angustia tal, que me permitió redactar tu abandono.
Quiero escribir, pero las letras no son abrazos, las llamadas no son besos y los sueños no son reales.

martes, abril 24, 2012

Volver

Soy capaz de escribir la historia más grande de amor frustrado que haya existido nunca.
Podría describir el sueño de tu piel encarnada a mis manos y acabarme el papel en frases que jamás te pronuncié.
Pero me hago un nudo en el cuerpo y me obligo a buscarte en cada lugar hasta enloquecer con la mejor imitación de vos.
Todo corre contra ti, todo contra mí.
Insano lector, confieso que cada vez que pienso en él es como una daga para mi memoria; entonces me siento a escribir para presumir el desorden mental que involuntariamente me rompe los huesos.
Así pasan las horas y fingiendo ceguera, actúo sin darme cuenta que quemo todo aquello que mis manos tocan para buscar sin cesar salvarme del caos que yo misma estoy creando.
Sería capaz de escribir todo lo que me pidieras, pero sólo siento hacía mí una especie de repulsión profunda, y quiero escapar, pero no puedo quitarme la piel y cambiarla por otra más ligera. No puedo siquiera pronunciar algo coherente. Sólo puedo contemplar la enfermedad que me aprieta con tanta fuerza la carne que tanto detesto.
-"Siempre escribis agrio" me dijeron.
- "No escribo palabras de amor, soy lo más parecido al asco que puede existir". Respondí.
No escribo o no escribí por mucho tiempo porque los huesos se fracturan, el cuerpo se posee y mi piel se quema.
Todo lo que hierve dentro de mí forzosamente debe llevar un nombre, y si no es el tuyo entonces lamentablemente es amor, y viceversa. Viceversa eterna.


Es increíble que la felicidad a veces dependa de una persona que ni siquiera le importas.

domingo, noviembre 06, 2011

¿Suficiente?

Pensé en irme y en capaz volver algún día. Creí que tenía que mejorar esta versión gris y desolada de mi misma.
Al final de todo veo ciertos colores, que por lógica no deben ser feos, pero mis ojos ahora no pueden hacer otro esfuerzo, no pueden.
He estado escribiendo ficciones desde que apareciste, ahora estoy entre echarte de menos, echarte de más o simplemente echarte. Y es una decisión que mi cabeza apura y mi cuerpo demora, una pesadilla que no quisiera estar viviendo por vos, con vos, en vos.
Pensé que si volvía a escribir, no me quedarían más opciones y tendría que sentarme a hacer historia.
Pensé que si volvía a escribir, tal vez me empujarían las circunstancias a enfrentarme con el espacio vacío que me crece al costado cual hermano siamés.
Entre el mate y el pronóstico del tiempo que no aprende a decirme de qué color es la lluvia que nunca nos moja, cuándo vamos a mirarnos sin vernos, cuándo vamos a convocarnos sin hallarnos, y sobre todo, si es que esa sensación tibia de aburrirnos de la vida sin vuelo ni riesgos tomados, ha venido para quedarse.
Y si vuelvo a escribir, temo insistir en el punto final del capítulo de la historia que no nos reune, este lienzo en blanco que tiende a despermanecer el instante eterno y enfermizo, dónde llegaste a invertir la constante del nunca jamás.

Si no me escribo, me desarmo
Si no te escribo, me fragmento
Si no le escribo, no lo siento.

Pensé que si volvía a escribir, te inventaría en verano, sin saber quién me poblaría la almohada, quién me cuidaría las luces, quién me quitaría la calma.


Si nos escribimos, nos tocamos
Si nos tocamos, renacemos.

Pensé que si no volvía a escribir, nadie se acordaría de mi.
Si no dejo huellas, nadie se acordaría de mi fuego que apenas enciende llamas en letras vivas.

Pensé que si no escribo, soy el fantasma.
Pensé que si no escribo, soy la sombra y el duelo, unidos en un sitio que no se parece en nada al cielo.

Así que escribí.

martes, octubre 11, 2011

Note to self.

Una completa extraña; lo que es usted. Cree que por haber pasado mucho tiempo a su lado tiene una profunda relación o imposición sobre esa persona. Lamento decirle que no es así, jamás lo será, ni se atreva a pensarlo, mucho menos a soñarlo, dése cuenta que los temas que discutieron nunca fueron relevantes, solo hablaban de cosas superficiales, pasajeras, vacías, ni siquiera dejaron un aporte intelectual. No hay que ser psicoanalista ni observar esto todo el día para notar lo gris que fue la relación.
Yo sé que usted anheló un lugar jerárquicamente benéfico en su corazón, usted quería meterse ahí, para formar parte de sus prioridades. Lastimosamente usted fue engañada, porque le hicieron ver que el número uno ya existe. Todo es y fue una falacia.
¿Sabe cuál es su problema? Que su forma de actuar, enredar y presionar, se torna evidente y poco elegante. Todos nos damos cuenta de eso, incluyéndome, actitudes como esas dan vergüenza.
Debe ser triste sentirse tan poca cosa, sentir que sus errores traerán consecuencias que finalmente el único que las sufre y las llora en el silencio es usted.
Deje la perseverancia a un lado, haga su vida, evite ser un problema y una vergüenza, que tal vez ni le corresponde y si así fuera, jamás le dará una cavidad en su vida.
Pregúntese: ¿Se considera usted tan poca cosa? ¿Le importa realmente o le dejó de importar y aún no lo ha descubierto?. Sí, siente que lo quiere con el alma por lapsos de segundos, pero... ¿y las horas?, ¿y los días?, ¿dónde queda el tiempo en que no lo recuerda?.
Piénselo bien, quiérase un poco y considere la posibilidad de alejarse sin vuelta atrás. Si es que tanto quiere a esa persona, no le arruine su vida con su presencia.
Demuéstrele con el hecho más noble y sincero de su parte, que su ausencia es la mejor solución.

Y así, el tiempo siempre puede robarle con sutileza la importancia que había asignado para él. 

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