Depuración.

Me senté a escribir y llueve, y aquí me encuentro, destilando expresiones de sueño y disconformidad.
Cada gota que cae retumba en mi subconsiente como un recuerdo distante, de los malos y los que no. Cada vez que el diluvio me encuentra pasa lo mismo.
La lluvia es la más sabia depuradora de todo, así como el llanto, o por lo menos el mio. Limpia todo lo que tiene que limpiar y lo que no, lo deja intacto; ta cual es.
Es aqui cuando en la vacuidad de mi cerebro sin sueños, dulce y desconocido, el olvido pide ser oído en la catarsis de ésta misma agua derramada.
Y el pensar que en ésta misma lluvia también estas tú, del otro lado de la eternidad, lleva a mi presencia a extrañarle, todo el tiempo, se detiene, me mira y después del asombro, me lleva al maravilloso octubre. Ése octubre en el que de una bofetada se cambió mi percepción a la vida. Cuando todos mis mejores y peores momentos se juntaron en una maldita encrucijada contra mi cordura. Y vos, terminaste directamente con la poca sanidad que quedaba en mi sesera.
Te metiste tan de repente y tan inesperadamente que hoy no sé como acomodarte, ni siquiera a donde. Y no sé si te quiero aquí adentro.
En cada depuración aparecés, pero no te vas, seguis estando como si fueses algo bueno que no debe limpiarse. Y de verdad, no sé si te quiero aquí adentro.
Mi cabeza se empecinó en traerte a mi mente, y como algo nuevo, se divierte desvelando mi persona que no se resigna y pide a gritos volver a verte. No hay razon que pueda entender cuanto te extraño a veces.
Y es por eso que escribo como triste arañazo cada palabra, rasgando la verdad que me envuelve como camisa de fuerza, y con ojos de sonámbula ciega, simplemente espero el sol después de la lluvia, que siempre me deja ver más nítido lo que antes no me dejaban ver las nubes, simplemente espero, solo para saber que después de todo, voy a estar bien.