Powered By Blogger

martes, junio 28, 2011

11/07 - 17 hrs.

En mi corto andar por la vida, he destacado la cobardía como un vicio cada vez más amenazante para la raza humana.
Por no ser valiente uno suele alejarse, resignarse siempre a no saber más de aquella persona y comenzar a canalizar en personas cuyo atractivo te parece provocador. Es este el punto en el cual comienza una colección de cuerpos, y tal vez de corazones; algunas veces sintiendo orgullo, pero la mayoría de ellas, sabiéndote deliciosamente abominable.
El entrar a un lugar con el corazón puesto y salir dejándolo en manos de alguien es lo más estúpido y puro que puede hacer un ser humano.
Y tras esto lloramos. Lloramos por tener el espíritu grande grande como el sol. Lloramos por desahogo, por desconsuelo, por despecho, por coraje, por no tener algo mejor que hacer.
Y le damos vuelta al calendario, incluso cuando no te lleva a ningún lugar. Así lanzamos gritos, así creemos que absolutamente nada sucede cuando se nos está escapando absolutamente todo.
Hasta la fecha no entiendo las partidas, entiendo más las despedidas: la cruda voz aprendiendo a decir "adiós", pero no entiendo ese andar tuyo alejándose de mí, ¿es justo?, y si no es justo ¿por qué es posible?, y si es posible ¿por qué no puede convertirse en imposible si existen los antónimos?.
Aprender a decir adiós no es un crimen cometido por amor, es un acto de supervivencia, ausente de razón, tal vez carente de fe o un exceso de la misma que no llegó. Tal vez sea la misma cobardía, que nos consume de a poco. No sé...
Me encuentro sumergida en una especie de estado caótico y como no puedo tener lo que yo quiero para mí, entonces vivo desquitándome con cada letra que uso en mis textos ignorantes de delicadeza para hacerle saber que por ahora es todo lo que puedo darle.
Y en mi intimidad con la esclavitud de cada momento, grito al cielo que me abrace con una fuerza que no me haga ir a buscarlo y me regale la misma paz que su sonrisa me da.
Y me consuelo no sé bien con qué.
Y me río no sé bien de qué.
y d e  s   a    p     a      r       e        z         c          o.

¡Por fin!

3 comentarios:

  1. Esta vez no pensamos lo mismo durante la semana... Es bueno que no haya sido así, porque al leerlo, me hiciste pensar... Y lo mejor de todo, sonreir como un salame... :)

    ResponderEliminar
  2. No es justo que no sea posible. Es injusto que sea imposible. Los antónimos puede significar la misma cosa, depende de cómo se escriban. De la misma forma que alguien puede ser tu sinónimo, según la manera de cómo lo escribas.
    Eso es lo hermoso de las palabras: podés convertir a alguien imposible en posible, escribiéndolo. Al menos nos queda ese consuelo...

    Un abrazo de luz.-

    ResponderEliminar
  3. Comparto totalmente tus palabras, me ha pasado lo mismo. Saludos.

    ResponderEliminar

Vistas de página en total