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viernes, mayo 18, 2012

Des-vivirnos


Quiero que no me niegues mil veces, quiero que revuelvas tu mierda.
Quiero que te vuelvas un héroe, quiero que no tengas respuestas.
Quiero que desates la espera, quiero que te vuelvas certeza.
Quiero que no sigas mis pasos, quiero que me pises las huellas.
Quiero que improvises huídas, quiero que me pidas paciencia.
Quiero que resucites y mueras, quiero que me dejes entera.
Quiero que te vayas, quiero que te quedes, quiero que me duermas.
Quiero que me llores de miedo, quiero que no haya advertencias.
Quiero que me sueltes el pelo, quiero que me digas princesa.
Quiero que me toques, quiero que me arañes, quiero que me muerdas.
Quiero que me mires arqueada, quiero que prendas la hoguera.
Quiero que me beses las manos, quiero que te envuelva mi tierra.
Quiero que me arranques la vida, quiero que me extrañes las piernas.
Quiero que me lleves, quiero que me traigas, quiero que te vengas.
Quiero que me comas la boca, quiero que me odies despierta.


Quiero que me quieras como no era, que me busques donde no estaba, que me mires para no verme.
Quiero que la fuerza de tus manos vuelvan a suplicarme algo más que inquietud.
Quiero escribir, pero caí en la cuenta de que al mirar el cielo para comenzar, te grité mil veces “cobarde” sin parar; maldije las notas, los espacios, los silencios; maldije las guitarras y todos los octubres; maldije la perfección de tu voz; te maldije con acentos, con diéresis, con puntos y con todas las letras de nuestros nombres.
Quise hacer mucho, pero me quedé ahí sentada con todas las hojas de otoño y de papel, con toda la música del mundo traducida en una sola canción, con mucho miedo y un sentimiento de angustia tal, que me permitió redactar tu abandono.
Quiero escribir, pero las letras no son abrazos, las llamadas no son besos y los sueños no son reales.

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