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lunes, abril 18, 2011

Circo.

Creían estar bien donde estaban, jugaban a esconderse uno dentro del otro, aunque en las manos tenían chispas de esas que prenden las pupilas.
Una frase incompleta, un garabato en el aire, una ilusión hecha pedazos. Todo de ella.
Un cálculo implacable, un amante de luces, un desorden salvaje. Todo de él.
Malabarismo, una melodía, tiempo, bienvenidas malhabidas, despedidas inconclusas, las sonrisas, las miradas, una luna, todos lo días de la vida esperándose. Todo de ellos.
Sospecho que alguna vez los mordió la rutina de creerse únicos e imprescindibles, el big bang de sus absurdos, el punto final de los que se quieren sin horizonte y sin suelo. Pero los engañaron.
No son teorema, no tienen explicación. Son sólo pobres precursores del no agotamiendo, de la capacidad de sorpresa, del juego de rayuela sin cielo. Humanos a secas.
Sabemos que son sólo frágiles personajes de un cuento agridulce que nació en la nada, creció en el día y muere cada noche en el lado vacío de la cama, donde la única compañía son las mariposas. Concilian el sueño idealizándose uno al otro con los dedos, construyéndose punto por punto y dándose significado, pensando quizás en que algún día no muy lejano se les puede quitar el miedo a tocarse las sombras, perder el asombro y entregarse.
¿De qué se tratará esta pretensión absolutamente ignorante, ciega y carente de juicio?.
Probablemente la respuesta a éste absurdo no exista. Es como un extraño, torpe, inquieto y vacío sentimiento inexplicable de aceptar la invasión de una persona y el retroceso de quien la porta. Es casi como llevar una marca de agua de quién habita en quién y estacionarse en el amargo gusto a la nada de nada.
Es tan impactante ser un mensaje indescifrable ó peor aún, un papelito en una botella que todos ignoraron...
Sabemos, sí, que de un modo u otro la marea sube y el descontrolado afán de recuperar la luz, sentir una mirada leyendo el alma, un movimiento contrario y aleatorio, una caricia que no espere perfección, la certeza a un ciclo de preguntas, dos labios que sepan besar las palabras añoradas, es latente. Es llegar al tope y creer
caminar entre sueños.
Eso son ellos. El fantasma que habita entre la almohada, encerrado en la memoria. Un amor que no se explica, pero se siente cabalgando entre sus venas y eso, inexplicablemente, les basta.

5 comentarios:

  1. Lo inexplicable explicado en tu relato. Dulce y simple. Gracias por escribirlo.

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  2. Mire usted: lo bueno es que puede hablar de "ellos" y de que "les basta", aunque inexplicablemente...
    Y a veces es mejor que no existan explicaciones.
    Creo que en este circo somos malabaristas.
    Un abrazzo de luz, como siempre.-

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  3. Esa falta de juicio, lo terrible del amor hace que uno pueda hablar de un "ellos" por que ellos no hablan, tienen palabras vírgenes, pero la mañana lo sabe y los espera. Y eso, inspira este pequeño espacio.
    El circo de la vida, a veces no necesita de explicaciones. Mantiene el balance perfecto entre payasos, malabaristas y trapecistas que tratan de mantener el equilibrio entre la nada y el todo. Y creo yo que es lo que le da el gusto especial al día a día.

    Gracias a ambos por tomarse el trabajo de dejar sus palabras.
    Abrazos, siempre.

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  4. Hay anmores que uno no se los explica... pero es que tampoco hace falta. Son como son...

    Saludos y un abrazo.

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  5. Es un placer pasar a leerte,
    deseo tengas un feliz fin de semana.
    un abrazo.

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